Ráfagas de rayos gamma

Las explosiones o ráfagas de rayos gamma (abreviado GRBs, de la expresión inglesa Gamma Ray Bursts) son uno de los fenómenos astrofísicos de mayor actualidad. El gran interés existente entre la comunidad científica se debe sin duda a su misteriosa naturaleza: se conocen desde hace casi 30 años y no obstante hoy día se sabe muy poco de su origen.

Como tantas otras cosas en física y en particular en astrofísica (recordemos, por ejemplo, los pulsares), los GRBs fueron descubiertos por accidente. En los aņos 60 se puso en órbita una serie de satélites, denominados VELA, con el propósito de vigilar el cumplimiento del tratado internacional sobre pruebas nucleares. El tratado nunca fue violado, pero los detectores a bordo de los satélites registraron repentinas ráfagas de rayos gamma que no provenían ni de la Tierra ni del Sol. El descubrimiento, pese a producirse en 1967, no fue anunciado hasta 1973. A partir de lo cual se despertó un lógico interés y se diseñaron experimentos en todo el mundo para investigar el nuevo fenómeno. Estos experimentos se llevan a cabo principalmente con satélites porque la atmósfera terrestre impide el paso de la radiación gamma.

Los GRBs, como ya se ha mencionado antes, consisten en una ráfaga de rayos gamma que puede durar desde algunas milésimas de segundo hasta varios minutos, aunque uno de ellos estuvo activo al menos una hora y media. Exhiben un comportamiento altamente variable, reflejando la violencia de los procesos que en ellos tienen lugar. Algunos de estos GRBs se convierten durante un instante en la fuente más brillante del cielo en rayos gamma y de hecho, existe un caso en el que la atmósfera se vio afectada de modo que la transmisión de las ondas de radio cambió.

Mapa GRBs

Mapa mostrando las posiciones en el cielo de los GRBs registrados hasta el momento por el experimento BATSE. El mapa es actualizado todos los domingos por la mañana e incluye los GRBs ocurridos hasta el jueves anterior. En rojo aparecen los últimos GRBs detectados. (Mapa cortesía del equipo científico de BATSE).

La tasa actual de detección de GRBs es aproximadamente uno por día, disponiéndose ya de cerca de 2000 de ellos registrados. Cuando se analizan las direcciones de las que provienen, se observa que están igualmente repartidos por todo el cielo (ver figura). Lo mas sorprendente es que cuando se mira a sus posiciones con telescopios ópticos, no se encuentra nada. Se han realizado búsquedas en todos los rangos posibles: ondas de radio, rayos infrarrojos, rango visible, rayos ultravioleta, rayos X y rayos gamma, pero no se ha encontrado ningún objeto. Incluso gracias a antiguos registros fotográficos tomados desde principios de siglo, se ha podido comprobar que no existía ningún objeto ni siquiera antes de producirse el fenómeno conocido como GRB.

El conjunto de datos del que se dispone hoy día no permite averiguar cuál es la causa de los GRBs. De hecho existen más de un centenar de teorías distintas y la mayor parte de ellas son compatibles con los resultados observacionales. No obstante, la hipótesis más aceptada supone que los GRBs se originan en galaxias normales como la nuestra, cuando un sistema formado por dos objetos compactos (una estrella de neutrones o un agujero negro) colapsa. El impacto liberaría tanta energía como una explosión de supernova, es decir, en un segundo se emitiría tanta energía como el Sol en toda su vida (diez mil millones de aņos).


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Primera versión: 17-oct-1996, última actualización: 13-ene-1998
Este enlace: http://www.gae.ucm.es/~padilla/spanish/rafagas.html
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